Fonoaudiología en tiempos de pandemia y el rol de la familia

Tres de marzo de 2020 y se confirma el primer caso de coronavirus en Chile. Sin duda que la pandemia trajo muchos cambios en los estilos de vida y en las forma de relacionarnos. A nivel de la práctica fonoaudiológica, en salud o educación, nos hizo comenzar a informarnos y a implementar nuevos formatos de atención, como lo es la telepráctica. Para muchos profesionales, dentro de los que me incluyo, fue adentrarnos a la tecnología, mientras que en otros países, como Nueva Zelanda, estas prácticas ya tenían años, utilizándose principalmente para acercar las consultas de los especialistas a zonas rurales. Estudios donde se comparan la atención presencial versus la online han demostrado que esta segunda modalidad es tan eficaz como la primera (Constantinescu et al., 2014), siempre cuando la familia tome un rol protagónico en el desarrollo del tratamiento o programa de estimulación. Y es en este punto, donde como profesional, quiero afirmar la importancia del modelo ecológico en la práctica.

El modelo ecológico “se centra en que los ambientes naturales influyen principalmente en la conducta, mientras que los ambientes de laboratorio muestran poco de la realidad humana.  Por lo que el desarrollo humano es una adaptación entre un sujeto a otro y sus entornos más cercanos… (Bronfenbrenner, 1979). En la práctica fonoaudiológica el modelo ecológico-funcional se refleja al utilizar los ambientes naturales y conocidos por el niño-a, ambientes reales, al centrarse en sus capacidades, ritmos y estilos, y al considerar a la familia o personas del contexto inmediato como los principales agente en la modelación de conductas y aprendizajes.  

Sin duda alguna, la pandemia ha forzado de cierta manera a profesionales y a usuarios a interiorizarse y a aceptar a la tecnología como un medio para la salud y la educación; posiblemente, muchas de estas prácticas continuarán una vez terminada la pandemia. Y por sobre todo, la pandemia ha generado y motivado una participación más activa de la familia, la estimulación en casa, en un contexto natural, quizás sin tantos materiales sofisticados, pero sí con juguetes queridos y en actividades cotidianas y de interés. Lo anterior promueve una mejor interacción y un aprendizaje comunicativo más significativo, que se va a generalizar de forma natural.